Tengo con él un grado de complicidad innato, desde que nos conocimos, que se va reforzando con los años y que admira a propios y extraños.
Una buena persona, responsable y tranquila, que me gusta tener a mi lado porque me serena y me da confianza.
Que ayuda en lo que puede, y a veces más (aunque parezca que nunca es suficiente)
Que me mira sorprendido (entre admirado y resignado), cuando le hablo de mis nuevos proyectos, en los que me apoya sin reservas, porque me tiene fe.
Que refuerza mi autoestima y me ayuda a continuar.
Nunca un no por respuesta, a veces acierta, otras no... pero nunca me falla.
Que ha sabido estar y manejar las situaciones difíciles, que las ha habido y muy duras.
Que cuando me vengo abajo, está ahí para levantarme
Que cuando me vengo arriba, también está ahí, por si me tropiezo y me caigo.
Padre protector, que combina la firmeza con un guiño de chispa que enamora a sus hijas
Que me quiere, cuando dice: -si no te quisiera iba a estar yo ahí-; y sigue aquí, a mi lado, cada día, desde hace casi 23 años.
No dejes nunca de quererme.
Que bonita relación, que bonito que sepas valorar su amistad...
ResponderEliminarVi tu entrada "El padre de mis hijos", y me pareció una gran idea ese reconocimiento, sólo que yo le llamo mi mejor amigo. Así que gracias.
ResponderEliminarPor cierto ya te he puesto en mi lista de blog... para que me sigas inspirando. Gracias por todo.
Me alegra servirte de inspiración... jajaja.... seguro que otro día me inspiro yo con una entrada tuya...
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