Hay un falso mito que dice que hay que deshacerse del gato, que convive con nosotros, cuando te quedas embarazada, por el riegos de contraer TOXOPLASMOSIS.
En primer lugar hay que saber que la manera más común de contraer esta infección es a través de la exposición a excrementos de gato (que a su vez contraen la enfermedad al comer algún roedor o ave infectada -acción poco corriente en gatos caseros), al comer carnes crudas (como el jamón serrano) o poco cocinadas, leche cruda de cabra o huevos crudos. Este parásito también puede estar en algunos insectos, como las moscas que hayan podido estar en contacto con heces de gato. (Busca toda la información en http://www.geosalud.com/embarazo/toxoplasmosis.htm)
Y por tanto, puedes haber contraído esta infección sin haberte enterado, y darás positivo en el análisis de sangre que te efectúe a este respecto tu ginecólogo, con lo que el problema se habrá acabado.
En caso de que el resultado sea negativo, deberás comprobar que tu gato es portador del microorganismo que causa esta infección. Si es negativo, no hay problema. Si es portador, bastará con que extremes las precauciones: lavarse las manos después de acariciarlo y sobre todo utilizar guantes para la limpieza de su arena (o que otro miembro de la casa se ocupe)
Ante todo, no te precipites y te deshagas del gato, ni en principio de ninguna mascota que tengas, hay innumerables beneficios que pueden aportar a tus pequeños: estimulan la afectividad, sensibilidad y generosidad del niño y contribuyen a que sean más sociables y felices.
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