Muy de acuerdo con Samanta Villar y lo que relata en el libro que escribió tras traer al mundo, sus deseados y buscados gemelos y sobre todo muy de acuerdo también con el artículo, que sobre ella, escribió Lola Sampedro en El Mundo en Febrero de 2017, pero que sigue siendo totalmente actual.
(os dejo enlace) y el texto:
No hay cosa que deteste más que tener que justificarme como madre. Y tengo que hacerlo a menudo, como si debiera rendir cuentas por cómo crío a mis hijos. O lo que es peor, por mi forma de vivirlos y quererlos. Intento que me den igual esas presiones sobre ser una madre perfecta, pero no lo logro. Me molestan, me irritan y hasta me afectan.
Digo esto por toda la polémica sobre las declaraciones de Samanta Villar durante la promoción de su libro. No lo he leído, pero así, de entrada, me parecen demenciales las críticas que ha recibido por sus palabras. Villar explicó que desde que tuvo a sus dos hijos su calidad de vida es menor y que, por el hecho de haberlos traído al mundo, no se siente más feliz que antes de ser madre. Sus declaraciones no son para tanto, yo diría que la pobre (siempre he sentido una franca compasión por los padres de gemelos) hasta se queda corta. Pero los talibanes de la maternidad han arremetido contra ella de forma virulenta, con crueldad y sin pizca de tolerancia. Resulta que Samanta Villar es una delincuente y yo ni me había enterado.
La mayoría de esos comentarios delirantes viene de otras madres, aunque eso ya no me sorprende en absoluto. Suelen ser otras mujeres las que hacen que me sienta obligada a justificarme. La sororidad será eso.Tengo claro que cuando una expone su vida como lo ha hecho Villar, debe estar preparada para el chaparrón. Sin embargo, dudo que cualquier madre sea capaz de mantenerse impermeable a la cantidad de sandeces y juicios gratuitos y desquiciados que se han vertido sobre ella durante estos días. Por más que te exhibas y mercantilices tu vida, que te ataquen así como madre tiene que doler. Y mucho. Más aún cuando lo que dices no está falto de razón, sólo que se escapa del concepto de maternidad abnegada que llevamos todas grabado a fuego. Claro que pierdes calidad de vida, tardas años en volver a dormir toda la noche de un tirón, te pasas los días agotada, exhausta, preocupada, tienes miedo, dudas, con apenas tiempo para ti.Y la maternidad no es sinónimo de felicidad, puede hacerte sentir terriblemente desdichada. Sobre todo por la soledad, pocas veces pesa tanto como cuando te conviertes en madre. Negar eso, además de hipócrita, es de necios.La mayoría da por sentado que las madres vivimos en un sacrificio sin fin, en un embelesamiento continuo por nuestros hijos. Eso es lo que nos venden, lo que nos tragamos, porque a la hora de la verdad, muchos cuentan la parte buena (que la hay, por supuesto que la hay, yo quiero a mis hijos por encima de todo, ellos me hacen mejor). Pero la mala, la agotadora, se la callan. Y todo eso nos pilla (a la grandísima mayoría) desprevenidos. Da igual que los tengas con 20, con 30 o con más de 40, como Villar.
Las mujeres podemos sentir esa batalla interior en silencio, casi en secreto, pero no en voz alta. Mucho menos en público. Yo me siento bien más allá de mis niños, encuentro la felicidad también fuera de ellos, pero si lo confieso, acto seguido tengo que recalcar que por ellos mato, vaya a ser que me juzguen de monstruo, de mala madre. De nosotras se espera abnegación, dedicación absoluta, como si fuéramos una suerte de superheroínas que pueden con todo, pero incapaces de disfrutar de la vida más allá de nuestros hijos. Qué mentira más gorda nos vendieron nuestras madres y abuelas, cuánta culpa arrastramos por ellas. No llegará ese día en que nos pidan perdón.
Yo también estoy de acuerdo con el articulo. Y también estoy de acuerdo con Samanta Villar en muchas cosas de las que dice.
ResponderEliminarYo también soy madre de mellizos, y los comienzos como madre primeriza y doble son duros, y desde luego no mejoraron mi calidad de vida, teniendo claro, que mis hijos son lomejor de mi vida, pero las cosas como son. Y no son de color de rosa precisamente.
Me encanta tu blog, me siento muy identificada.
Gracias
Muchas gracias Bea por comentar en mi blog y por tus bonitas palabras, que me animan a seguir escribiendo. Totalmente de acuerdo contigo, las mamás en general (y de múltiples en particular) nos parecemos mucho en cuanto a sentimientos encontrados: es duro el camino de la crianza y a la vez muy gratificante. Y al final del día, agotadas, pensamos: "vale la pena, son lo mejor que me ha pasado".
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